Con esta entrada en el blog vamos a tratar de dar una respuesta a unas preguntas que nos han trasladado varias veces nuestros clientes respecto a “¿cómo es mejor aislar una fachada ya que nos ponemos a rehabilitarla?”, también “¿si ahora tengo aislamiento en la pared, por qué me salen manchas en las esquinas y en el techo?”.
Fachada de partida
Para ello vamos a usar un modelo de fachada normal de las que se utilizaba en los años ’60 y ’70 con cámara de aire, sin aislamiento, y nos fijamos en el caso del encuentro con un forjado. Y para saber cómo se trasmite el calor por esta fachada emplearemos un código de colores en el que los rojos indican temperaturas cercanas a los 20º, los morados indican temperaturas cercanas a los 0º, y los verdes muestran temperaturas cercanas a los 10º (que es la temperatura en la que, junto con la humedad adecuada producida por las condensaciones, proliferan mohos y hongos).
Imaginemos entonces que estamos en un día de invierno en el que como vemos, estamos en casa con la calefacción puesta a una temperatura de 20º y en la calle hace bastante frío. El calor acumulado en el interior de la vivienda tienda a escaparse hacia la calle atravesando la fachada que tiene poco aislamiento y se escapará especialmente por los elementos más sólidos como son los forjados, las vigas y los pilares de hormigón (la longitud de las flechas en el dibujo del medio nos indica la cantidad de flujo de calor). Si nos fijamos en el dibujo de la derecha vemos que toda la superficie interior de la fachada está sobre los 10º y en el forjado se nos prolonga esta situación de 10 a 20 centímetros hacia el interior. Se trata de una vivienda mal aislada, con previsibles problemas de condensaciones y aparición de mohos, etc. Además esa pared fría produce sensaciones térmicas poco confortables.
Aislando por el interior
Supongamos ahora que el usuario de esta vivienda se plantea mejorar el aislamiento térmico y por las razones que sean (gremios que conoce, comunidad de vecinos, etc.) elige aislar su vivienda por el interior trasdosando la fachada con placas de aislamiento (por ejemplo lana de roca) y las oculta detrás de planchas de yeso laminado. ¿Ha mejorado la situación de su vivienda?, evidentemente si. La temperatura de la cara interior ha subido hasta casi los 15º con lo que ya no habrá condensaciones y las sensaciones térmicas serán mucho mejores, además ahorrará en calefacción todos los años.
Pero, ¿qué sucede donde no ha podido actuar, es decir en el forjado? Actuar en el forjado es complicado porque implica hacer un falso techo con aislamiento que no siempre se puede hacer, o levantar el pavimento para colocar aislamiento debajo del mismo. Si nos fijamos en las flechas se nota que se ha incrementado el flujo de calor a través del forjado y la temperatura en los encuentros sigue siendo de unos 10º, hemos creado un “puente térmico” en el que se concentra la fuga de calor, y en el que aparecerán condensaciones y manchas en el techo; y en el suelo, si es de madera, se oscurecerá la zona más cercana a la fachada.
Tenemos la respuesta aquí a la segunda pregunta, hemos aislado la vivienda pero hemos creado puentes térmicos donde se producen condensaciones, y donde hay agua suelen aparecer seres vivos: esas manchas que inquietan a los usuarios.
Aislando en la cámara
Veamos a hora que sucede si nuestro inquieto usuario elige otro sistema, esta vez recurre a inyectar aislamiento en la cámara existente en el muro de fachada. Vemos en el esquema de flujo de calor que la situación es muy similar al caso anterior, pero con un puente térmico de mayores dimensiones y al que hay que añadir otro problema: el aislamiento se sitúa solamente en la cámara previamente existente, si en el muro de fachada existen pilares o vigas embebidos que interrumpen la cámara se convertirán también en puentes térmicos. Esto hace que no sólo puedan aparecer condensaciones en techos y suelos, sino también en las esquinas de los edificios o en los dinteles sobre las ventanas y otros huecos.
Pensamos que inyectar aislamiento en la cámara del muro de fachada es la última opción a barajar sólo si no se pueden realizar otras, y en el caso de que se aplique hay que valorar mucho comlementarlo con otro tipo de aislamiento interior o exterior que minimice el efecto de los puentes térmicos.
Aislamiento por el exterior
Por último veamos que sucede si se tiene la posibilidad de realizar un sistema de aislamiento por el exterior (SATE), en este caso con un espesor de 6 cm. Además de la ventaja de no tener obra en el interior de la vivienda, se observa en el diagrama de flujo de calor una mayor difusión del flujo y en el diagrama de temperaturas la eliminación de los puentes térmicos con todas las superficies interiores por encima de los 14º.
La presencia de pilares, vigas o encuentros con forjados no suponen un problema para este tipo de aislamiento, que tiene el plus de dejarnos elegir entre una gran variedad de acabados para nuestra fachada, desde un sencillo mortero a una fachada ventilada muy tecnológica.
¿Significa esto que el SATE elimina todos los problemas de una fachada? Rotundamente no. Pero si es la opción que genera menor número de problemas a la hora de rehabilitar su vivienda. Estos problemas también habrá que estudiarlos y solucionarlos: encuentros con ventanas, encuentros con terrazas y balcones, encuentro con la cubierta, pasos de instalaciones, etc. Y aislando desde el exterior es mucho más sencillo solucionarlos.
En las entradas relacionadas que se muestran a continuación puedes acceder a los post que hemos dedicado en este blog a estos sistemas de aislamiento en fachada.