Volvemos a escribir pensando en las Comunidades que se plantean rehabilitar su edificio y le dan vueltas a la viabilidad económica o la rentabilidad de la obra.
Si tenemos en cuenta la volatilidad del precio de la energía y que el gasto energético supone en torno al 30% del gasto total anual de una comunidad de vecinos media, la eficiencia energética se convierte en un factor importante a la hora de valorar la compra o alquiler de un inmueble, puesto que se reduce la incertidumbre en los futuros gastos de uso del mismo.
Así que estén tranquilos: las inversiones en eficiencia energéticas son muy rentables y la prueba es que los expertos en el negocio inmobiliario son muy conscientes de ello. De hecho, es uno de los focos de atención en cuanto a políticas de inversiones de los grandes grupos inmobiliarios, y una de las garantías para que la rentabilidad de esas inversiones esté más que asegurada.
Si no saben estimar la rentabilidad de este tipo de actuaciones… tienen nuestra dirección de correo electrónico más abajo.
Desde un punto de vista más amplio, esto pone en evidencia que quizás el centro de atención de las políticas energéticas se deberían dirigir más a reducir el consumo por medio de la mejora de la eficiencia que a la producción de más energía, y la caída del precio del petróleo no debe hacernos olvidar el problema de la dependencia energética. Pero ese es otro tema.
La rehabilitación energética es una ventaja competitiva a nivel de consumidor pero también a nivel de la sociedad en su conjunto. El ahorro de energía protege a los consumidores de la volatilidad de los precios energéticos, de la incertidumbre asociada a la dependencia de los combustibles fósiles y de la contaminación ambiental, y representa una revaloración de los edificios durante toda su vida útil.
Tanto a nivel local como en el institucional hay que trabajar seriamente en este tema, por un lado en promover el mensaje de lo rentable que suponen las inversiones en eficiencia energética de cara a que se traduzca en acciones concretas que permitan sacar provecho del alto potencial de ahorro energético que existe en los edificios. Y por otro lado, esta comunicación se debe enfocar en vencer la principal barrera que según los expertos existe de cara el fomento de las inversiones en eficiencia energética, que es el acceso a la financiación de las obras.
Es por estas razones que la Comisión Europea ha aconsejado una tasa de rehabilitación mínima del 2% anual de todo el parque edificado, y para los edificios públicos la Directiva de eficiencia energética obliga a rehabilitar el 3%. Se irán incrementando las partidas de inversión en eficiencia energética hasta alcanzar los 80.000 millones de euros en el año 2023.
Por otro lado se podría aprovechar la coyuntura de bajos precios del petróleo, y parte de los ahorros que esto genera podrían convertirse en un incentivo para recuperar la inversión en nuestra economía mediante estímulos a la demanda de rehabilitación energética de viviendas, edificios y ciudades. Esta sería una propuesta para reactivar el empleo, el consumo y garantizar la seguridad energética del país.
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