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La importancia de la envolvente del edificio (III): Incertidumbres a la hora de rehabilitar

Retomamos el tema de las fachadas que nos podemos encontrar en los edificios a rehabilitar. En este caso nos fijamos en las que se construyeron después de la entrada en vigor de la primera norma básica que introducía exigencias desde el punto de vista térmico, la NBE-CT-79. Como entró en vigor en octubre de ese año no se proyectaron edificios acordes a la norma hasta el año siguiente.

La exigencia en cuanto a aislamiento térmico no era elevada (para la cornisa cantábrica se especificaba como zona climática C y la transmitancia de las fachadas límite era de 1,80 W/m2ºK, y el global del edificio 0,80 W/m2ºK, esta última exigencia desaparecería con el CTE) sin embargo se introducía la exigencia de la comprobación de que en el interior del cerramiento no se produjeran condensaciones, y se fijaban unas condiciones interiores para esta comprobación de 18º de temperatura y 75% de humedad relativa. Esta exigencia en particular es la que hacía que el intradós del cerramiento no debía alcanzar la temperatura de rocío, junto con la exigencia global a la transmitancia del edificio (KG) elevaban el nivel del aislamiento de las fachadas.

Ya no existía la falta de medios auxiliares que obligaba a utilizar el menor tiempo posible el andamiaje, pero la inercia de las empresas constructoras hacía que las fachadas que ahora incorporaban obligatoriamente aislamiento térmico, éste se colocara desde el interior sobre la hoja exterior del cerramiento (la primera que se construía para ahorrar en andamiaje).

Con el tiempo se ha comprobado lo incorrecto de la situación del aislamiento en esa posición y que los medios de fijación del aislamiento a la fábrica que se pensaron en su día suficientes tampoco lo fueron. Y en paralelo conforme las fachadas mejoraban su aislamiento se fueron haciendo evidentes los problemas de los puentes térmicos en las cajas de persianas, en los pilares embebidos, en las jambas y alféizares o en los frentes de forjado.

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Situar el aislamiento más al exterior que la cámara de aire tiene dos problemas: uno, que no protegemos la inercia térmica de la hoja interior; y dos, que las condensaciones se producen fácilmente en la cara caliente del aislamiento. Como solución a las condensaciones se colocaba una barrera de vapor en forma de papel kraft o pintura asfáltica para proteger el aislamiento (si se empapan los aislamientos pierden sus características, salvo que sean hidrófugos) y las condensaciones que se producían en la cámara se recogían en una media caña impermeabilizada y con desagües al exterior (con lo que la cámara de aire esta directamente conectada con el ambiente exterior enfriando la hoja interior, ¡anatema!).

Los medios de fijación empleados generalmente tampoco se eligieron pensando en la longevidad del edificio y así pegamentos o puntas de acero se descompusieron con los años provocando la caída de los aislamientos hacia las partes bajas de las cámaras que se sobre-aislaron pero dejaron las partes superiores sin aislamiento.

Mejor resultado dieron los paneles rígidos salvo que sus fijaciones fallaran, o en el caso de paneles de fibra de vidrio de grandes dimensiones que cubrían la altura de una planta si se encontraba expuestos a vibraciones (por ejemplo de tráfico rodado) se ha comprobado que han sufrido un proceso de compactación y se han “escurrido” rellenando la cámara por la parte inferior y desprotegiéndola por la superior.

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Evidentemente que mucho antes ya se sabía que los huecos ofrecían mucha mayor facilidad para la fuga del calor interior de los edificios que las partes de fábrica. Pero resultó todo un descubrimiento que al incrementar el nivel de aislamiento de los cerramientos el problema de los puentes térmicos aumentaba en mayor medida. Tan es así, que los contornos de los huecos (alfeizar, jambas y capialzados o cajas de persianas) se perciben en las termografías de este tipo de fachadas prácticamente de la misma temperatura que el vidrio.

Otro tanto sucede con los frentes de forjado o los pilares embebidos en los cerramientos, la retícula estructural se manifiesta claramente en las termografías mostrando por donde se escapa la energía calorífica. Punto y a parte se merecen los vuelos de balcones y miradores que interrumpen la continuidad del aislamiento con una amplia superficie expuesta al exterior directamente conectada con el forjado interior.

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Como en esta época se trabajaba aislando desde el interior, solucionar este tipo de puentes térmicos significaba tener que doblar el aislamiento hacia planos interiores de la fachada, regruesando pilares o forjados, lo que significa perder superficie útil o altura útil.

Resolver el problema del contorno de los huecos era más complicado, requería una nueva forma de resolver la manera de construirlos para que la hoja interior no estuviera en contacto con la exterior, fabricar cajas de persianas con el suficiente aislamiento térmico, alféizares que no se apoyen en las dos hojas, etc.

Entonces el puente térmico que supondrían las superficies acristaladas verían aumentadas sus pérdidas de energía calorífica, siendo las carpinterías el siguiente elemento a resolver por la industria de la construcción.

Los edificios de esta época suelen presentar una mezcla de soluciones buenas, otras soluciones de compromiso resueltas con la tecnología disponible en aquel momento y que han funcionado de manera aceptable pero francamente mejorable, y otras soluciones que hoy sabemos que han dado un resultado malo y se han dejado de utilizar en la construcción contemporánea.

Durante este periodo tiene lugar un aumento exponencial de la construcción de viviendas en España. Pero el aislamiento se considera como algo normativo en la mayoría de promociones y normalmente se realiza cumpliendo estrictamente la norma que corresponda. Las ventanas suelen ser de madera o de aluminio y vidrio monolítico. En la última década del siglo XX comienza la utilización de forma habitual de vidrios dobles con cámara y carpinterías de PVC.

No se tienen en cuenta los puentes térmicos ni se guarda especial cuidado del tratamiento de la fachada en función de su orientación, tampoco se tiene en cuenta la necesidad de refrigeración de los edificios, ya que sólo se evalúa su comportamiento térmico en invierno. Estos son los primeros edificios aislados térmicamente, representan una gran mejora con respecto al anterior periodo, sin embargo una calificación general de la Certificación Energética de estos edificios está entre E y G.C:Documents and SettingsMENDIMis documentosDropbox�9-EKOTEKEn el anterior esquema se realiza una estimación de las transmitancias que nos podemos encontrar en este tipo de fachadas.

Esta nueva entrega continúa la serie iniciada con La importancia de la envolvente del edificio I y II en este mismo blog. Si tienes algún comentario sobre el tema tratado, o alguna información que compartir, puedes usar el formulario siguiente.

2 comentarios en “La importancia de la envolvente del edificio (III): Incertidumbres a la hora de rehabilitar”

  1. Muy buena pagina ekoteknia!!!
    Contare un caso personal,a mi entender alarmante!
    El edificio en el que vivo visado en 2005 por tanto bajo las antiguas condiciones,previas al CTE. Resulta que en la fachada ventilada carece de aislamiento,al igual que en el techo de uralita,lo que provoca serios problemas d salubridad,confort. Y en verano calor extremo…y me parece indignante tener k ahora buscar una solución adecuada a una antigua norma muy escasa y a la picaresca del constructor, ya que sabia la entrada en vigor d nuevas y mas restrictivas normas!!!

  2. Gracias Silvia por tu comentario.
    Es cierto, antes de que entrara en vigor el CTE, aún en una situación de burbuja inmobiliaria, hubo una fiebre de licencias de obras y visados. Se trataba de obtener licencia antes de la publicación del Real Decreto, (28 de marzo de 2006, aunque el documento referente a la energía – HE- entraría en vigor seis meses después) para «eludir» esas nuevas exigencias. Exigencias que, si bien introducían mejoras de calidad y eficiencia importantes, hoy en día irrenunciables, en aquel momento eran vistas por buena parte de los promotores como un aumento de coste de la edificación y una complicación ténica de los proyectos que convenían esquivar.
    Tu caso, por desgracia, no es un caso aislado.
    Un saludo y gracias por seguirnos.

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