Terminamos esta serie de entradas proponiendo una serie de conclusiones fruto de la experiencia en varias obras y de nuestros trabajos de investigación.
Por los métodos tradicionales de cálculo (análisis de las capas del cerramiento) hemos visto que la fachada del siguiente edificio situado en Gipuzkoa cuya fecha de terminación data de 1973, mediante la documentación existente en el archivo municipal, toma de datos directa en el edificio y testimonios de los usuarios que confirmaron que la hoja interior era de ladrillo hueco sencillo se caracterizó el cerramiento con una U = 1,22 W/m2ºK.
A partir de este dato se elaboraron dos propuestas para rehabilitar el cerramiento con una solución de fachada ventilada que respetara la composición existente.
- La primera opción corresponde con la oferta genérica que ofrecen las constructoras de la zona utilizando espuma de poliuretano proyectado y que aplicando el método anterior nos indica una U = 0,56 W/m2ºK.
- En la segunda opción el aislante era sustituido por una placa rígida de poliestireno de 6 cm de espesor que nos proporcionaba una U = 0,42 W/m2ºK.
En ambos casos se utilizaba perfilería de aluminio y una placa de piedra artificial como acabado exterior.
En ambos casos se cumplía con la exigencia del CTE-HE (2006) que en esta zona climática indica una transmitancia térmica límite de 0,73 W/m2ºK para los cerramientos. La opción elegida por los copropietarios en 2012 fue la primera.
Pero, ¿qué sucede si lo hacemos por otro método?, por ejemplo uno que tenga en cuenta la realidad construida. Esto es posible si procedemos a monitorizar los cerramientos antes y después de la rehabilitación y comparamos los datos obtenidos.
Mediante sensores de temperatura conectados a una tarjeta de adquisición de datos se procede a monitorizar el cerramiento del edificio en una fachada norte durante veinticuatro horas en un día de invierno que se considera a priori óptimo en cuanto a estabilidad de las temperaturas exterior e interior según las previsiones meteorológicas, además se procedió al apagado del convector de calefacción presente en el cerramiento.
La transmitancia térmica media obtenida mediante la monitorización es de 1,31 W/m2ºK, un 7,3% superior a la estimada analíticamente.
La transmitancia térmica media calculada mediante esta monitorización para la fachada rehabilitada arroja un resultado de 0,66 W/m2ºK, mayor que la esperada (en concreto un 17% mayor) pero que muestra una mejoría en el grado de aislamiento de la fachada.
Por lo que se puede concluir que los resultados obtenidos son consecuentes con su origen, es decir, que la transmitancia térmica obtenida de un modelo analítico con datos actuales sea inferior a la del modelo real construido hace cuarenta años es perfectamente normal por calidad de materiales o de ejecución y por el efecto del paso del tiempo sobre los materiales.
Y por lo tanto, al partir de un nivel inferior de aislamiento, la nueva fachada rehabilitada tampoco alcance la transmitancia térmica de su modelo analítico propuesto.
A partir de estas conclusiones, nos planteamos si en las rehabilitaciones térmicas es necesario aplicar un “coeficiente de seguridad” que nos garantice que vamos a cubrir la desviación que se produce entre un modelo estrictamente analítico y la realidad construida de nuestro parque edificatorio y las rehabilitaciones que efectuemos sobre él, de manera que las exigencias en materia de aislamiento queden cubiertas con suficiente garantía.