Terminábamos la anterior entrada reflexionando sobre el concepto de transmitancia térmica, en qué consiste y las unidades que se emplean para su medida. La idea puede estar clara si hablamos de un cerramiento compuesto por un único material de espesor conocido, ya que la comparación es sencilla: a más espesor más aislamiento.
Los cerramientos de fachada suelen estar formados por varias capas de materiales diferentes y el proceso de transmisión del calor del ambiente interior al exterior es complicado. El calor del ambiente interior provoca corrientes de convección interactuando con un cerramiento de fachada más frío (esto a su vez frena la transmisión de calor, lo que se tiene en cuenta con el coeficiente “hi”), el calor atraviesa el cerramiento mediante la conducción a través de los materiales que lo forman, y finalmente este calor se disipa en el ambiente exterior gracias a otro proceso de convección creado por la superficie más caliente del cerramiento respecto a la del aire (coeficiente “he”).
El valor de estos coeficientes “h” varía en función de la dirección de la transmisión: el calor se transmite más fácilmente hacia arriba, un poco más difícilmente en dirección horizontal, y le resulta más difícil la transmisión hacia abajo. Si nos fijamos en las exigencias de aislamiento del recientemente aprobado Documento Básico HE, veremos que los mayores espesores de aislamiento resultan en las cubiertas, después en los cerramientos de fachada y finalmente los menores espesores se sitúan en las partes inferiores.
Centrémonos ahora en la conducción térmica que se produce en el cerramiento, puesto que es en donde realmente podemos actuar para disminuirla.
La manera fundamental de estimar la transmitancia térmica de un cerramiento es a partir de los elementos que lo componen. Si podemos conocer el número de materiales, tipos y espesores a raíz de la documentación técnica del edificio, o bien realizando catas y observando el interior del cerramiento; es fácil calcular una aproximación buena de la transmitancia térmica (sin tener en cuenta las imperfecciones, rozas, etc.).
La conductividad térmica (λ) es una propiedad de los materiales que valora la capacidad de transmitir el calor a través de ellos. Es elevada en metales y en general en cuerpos continuos, es baja en polímeros, y muy baja en algunos materiales especiales como el poliuretano, que se denominan por ello aislantes térmicos. Para que exista conducción térmica hace falta una sustancia, de ahí que es nula en el vacío ideal, y muy baja en ambientes donde se ha practicado un vacío bajo.
(la resistencia térmica de una capa es igual a su espesor partido la conductividad térmica del material que la compone)
(la transmitancia térmica de un cerramiento es igual a la inversa de su resistencia térmica total)
Por este método tendremos las incertidumbres de la uniformidad en la calidad de los materiales empleados y de la duración de las cualidades térmicas de cada material, puesto que para el cálculo no nos queda más remedio que suponer la uniformidad en la calidad de fabricación y su conductividad térmica similar a la de un elemento equivalente actual, conocido y analizado (la extracción de piezas y su posterior análisis en laboratorio escapa al alcance de una obra normal de rehabilitación).
En este edificio ejemplo situado en Gipuzkoa cuya fecha de terminación data de 1973, mediante la documentación existente en el archivo municipal, toma de datos directa en el edificio y testimonios de los usuarios que confirmaron que la hoja interior era de ladrillo hueco sencillo se caracterizó el cerramiento con una U = 1,22 W/m2ºK.
A partir de este dato se elaboraron dos propuestas para rehabilitar el cerramiento con una solución de fachada ventilada que respetara la composición existente. La primera opción corresponde con la oferta genérica que ofrecen las constructoras de la zona utilizando espuma de poliuretano proyectado y que aplicando el método anterior nos indica una U = 0,56 W/m2ºK. En la segunda opción el aislante era sustituido por una placa rígida de poliestireno de 6 cm de espesor que nos proporcionaba una U = 0,42 W/m2ºK. En ambos casos se utilizaba perfilería de aluminio y una placa de piedra artificial como acabado exterior.
En ambos casos se cumplía con la exigencia del CTE-HE (2006) que en esta zona climática indica una transmitancia térmica límite de 0,73 W/m2ºK para los cerramientos. La opción elegida por los copropietarios en 2012 fue la primera.