Cuando se trata de rehabilitar un edificio, uno de los temas trascendentales es la intervención sobre las instalaciones existentes.
Con carácter general, una construcción eficiente depende de la suma de tres factores principales:
- Unas formas eficientes. La forma del edificio incide directamente en su eficiencia energética, si bien intervenir en este aspecto en una rehabilitación puede darse en pocas ocasiones.
- Una construcción eficiente. Los materiales y técnicas empleados en la construcción son claves para reducir la demanda energética del edificio, y es éste un campo donde se viene interviniendo principalmente en una obra de rehabilitación, por ejemplo, mejorando el aislamiento de las fachadas, etc.
- El tercer aspecto no es otro que las instalaciones y su control. Unas redes eficientes con un sistema de control adecuado reducen notablemente el consumo energético del edificio, y es en esta cuestión en la que nos detendremos en esta serie de entradas de nuestro blog.
Para comprender la trascendencia de las instalaciones en el consumo energético residencial, basta decir que el 67% de dicho consumo en una vivienda corresponde a las instalaciones de acondicionamiento, siendo la calefacción, con un 47%, la que más energía requiere (Datos de IDAE). Por tanto, las inversiones en mejorar su eficiencia obtienen una amortización más que evidente.
En las próximas entradas aportaremos acciones de mejora en las tres instalaciones de acondicionamiento presentes en la vivienda: eléctrica, térmica e hidráulica.
Acondicionamiento térmico
- En la envolvente, uso de colectores o protectores solares, aprovechamiento de la inercia térmica.
- En los equipos, mejoras en la generación y distribución, y en la ventilación de la vivienda.
Acondicionamiento eléctrico
- Mejora de la instalación eléctifca
- Autogeneración eléctrica
- Empleo eficiente de la iluminación
Acondicionamiento hidráulico
- Portación solar al Agua Caliente Sanitaria
- Ahorro en el suministro de agua fría y caliente
- Reucperación del calor de aguas grises