El pasado mes de diciembre el Gobierno Vasco publicaba la Orden que regula la convocatoria de subvenciones del Plan Renove en materia de Rehabilitación eficiente, al que destina 5,5 millones de euros para el periodo 2016-2019.
Tal y como se indica en dicha Orden de 23 de Diciembre, entre los requisitos a cumplir está la consecución tras la reforma de, al menos, una certificación energética C.
En este post nos preguntamos: ¿es realista exigir la obtención de una C para las obras de rehabilitación energética subvencionables?
Vamos a ver qué supone la obtención de esa calificación energética en un edificio convencional actual.
El ejemplo
En primer lugar vamos a elegir un edificio modelo para comprobar cómo puede obtenerse una calificación C.
Teniendo en cuenta que según el Eustat, con datos de 2014, el edificio residencial más habitual en Euskadi tiene 41 años de antigüedad, una superficie útil por vivienda de 86,9 m2 y entre 10 y 20 viviendas.
En base a esas características predominantes, optaremos por un edificio de 12 viviendas, construido en 1970 en Bilbao, con una superficie útil por vivienda de unos 80 m2.
Consideremos que es un bloque con tres fachadas y una medianera, con planta baja y cinco alturas, y dos viviendas por planta. El bajocubierta es un espacio no habitable. La planta baja se eleva sobre un forjado sanitario.
Características del edificio
Se considera un muro de fachada compuesto por doble hoja de ladrillo, sin aislamiento (la NBE-CT-79 aún estaba por llegar) y sin ventilar.
Las ventanas son de aluminio en su mayoría, originales de la construcción, si bien las viviendas de la planta baja han instalado, por el ruido, una doble ventana exterior, también de aluminio. Otras tres viviendas han sustituido las ventanas originales por carpinterías de PVC con doble vidrio.
Respecto a las instalaciones, son individuales, compuestas mayoritariamente por calderas convencionales de gas natural para la calefacción y el ACS. Una vivienda ha instalado una caldera de condensación, mientras que otras tres han optado por un sistema eléctrico para ambas instalaciones.
Pues bien, utilizando el procedimiento simplificado CE3X, v.2.1, que acaba de entrar en vigor, esta es la calificación obtenida para este edificio:
El resultado obtenido es coherente, ya que la calificación E es la mayoritaria en Euskadi, como mostrábamos en una reciente entrada.
Veamos ahora varias posibilidades de rehabilitación, y si sería posible alcanzar la pretendida letra C (y optar, por tanto, al programa Renove de rehabilitación eficiente).
Primera opción: SATE en las fachadas
Es una de las principales medidas de rehabilitación energética que se lleva a cabo en la actualidad. Aprovechar el necesario mantenimiento o reparaciones de la fachada para ejecutar un aislamiento térmico por el exterior. Vamos a considerar un SATE formado por placas de EPS (poliestireno expandido) de 10 cm de espesor, acabado con un revoco de mortero. Se aislarán también las mochetas de las ventanas y las cajas de persianas, eliminando así los puentes térmicos de la fachada.
Aplicando estos cambios, vemos que, lógicamente, reducimos las emisiones, pero aun que nos acercamos a la D, no conseguimos cambiar de letra. Por tanto, parece que interviniendo únicamente en la fachada no va a ser suficiente.
Segunda opción: SATE, cubierta y ventanas
Vamos a plantear una intervención mucho más ambiciosa (y costosa): Un SATE más potente en las fachadas (EPS de 14 cm), un aislamiento del bajocubierta con lana de roca (12 cm) y la sustitución de las ventanas de aluminio por otras de PVC y con vidrio doble. De este modo, la actuación es sobre prácticamente toda la envolvente térmica del edificio. Vemos el resultado de la calificación energética:
Vemos que hemos vuelto a reducir las emisiones, pero no alcanzamos la ansiada C. A pesar de haber llevado a cabo una muy ambiciosa intervención sobre la envolvente. Incluso en el caso de que fuera posible aislar el forjado inferior, sobre la cámara sanitaria, con lana de roca, obtendríamos un valor inferior a 13.7 kgCO2/m2.
A nadie se le escapa la importante inversión necesaria para llevar a cabo esta obra de rehabilitación. A pesar de ello, deducimos de estos cálculos que, únicamente con la intervención en la fachada, no se consigue el objetivo de obtener una C y, por tanto, no se podría optar al plan Renove.
Parece evidente que se hace necesaria la actuación sobre las instalaciones del edificio, calefacción y ACS.
Tercera opción: contribución solar
Partiendo de la anterior opción, con la que conseguíamos un aislamiento importante de la envolvente térmica, vamos a proponer algunas alternativas a las instalaciones actuales. Cambiar las actuales calderas convencionales de gas por otras de condensación tampoco nos ayudaría a lograr nuestro objetivo. Sin embargo, proponiendo una aportación solar que cubra el 30% de la calefacción y el ACS, vemos que la calificación obtenida por fin es una C.
Es decir, que además de ejecutar un aislamiento exterior de 14 cm, sustituir hasta 80 ventanas por otras de PVC, se debería instalar paneles solares térmicos en cubierta.
Por supuesto, se obtendría incluso una mejor calificación energética, en lo que a emisiones de CO2 se refiere, si instaláramos calderas de pellets en las viviendas, pero no parece una solución adecuada en este tipo de edificios.
Conclusión
A la vista de estos datos, vemos que para cumplir con los requisitos de este programa Renove de ayudas, la intervención a realizar en un edificio como el estudiado ha de ser muy ambiciosa, no pudiéndose reducir a la intervención sobre la envolvente, por amplia que ésta sea. Debe incidirse también en las instalaciones. Esto hace que será difícil que las comunidades puedan acceder a esta línea de ayudas del Gobierno Vasco. Por contra, no debemos olvidar que para optar a otros programas de rehabilitación, como el PAREER-Crece del IDAE, basta con mejorar una letra la calificación. Es decir, que en este ejemplo concreto, sería suficiente con obtener una D.
A esta estricta condición técnica, se le une la escasa dotación económica de este programa Renove para el 2016: 100.000 euros. En años sucesivos se incrementa la ayuda disponible:
- Año 2016: 100.000 euros
- Año 2017: 1.800.000 euros
- Año 2018: 2.250.000 euros
- Año 2019: 1.350.000 euros
Y no olvidemos que el certificado energético con calificación C requerirá un control externo a realzar por un agente acreditado, por lo que no caben tentaciones de “forzar” los resultados obtenidos.
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